<<… Bollywood se ha vuelto predecible …>>. Eso me dije al ver los primeros veinte minutos de la película. Y no, no era porque sus historias de amor siempre deambulan por los mismos cauces sin lugar a la sorpresa o que sus comedias abusen de los mismos chistes y chirigotas para hacer reír a un público casi amnésico, no; mi afirmación se basaba en unos veinte minutos que venían a resumir una serie de particularidades que comienzan a convertirse en malos tópicos.
Pero como en toda observación precipitada envuelta de una cierta autosuficiencia – vamos, cuando uno cree saberlo todo – suele ocurrir lo que en éste caso: que te equivocas. Pero no volvamos a cometer el mismo error y no adelantemos conclusiones.
En esos primeros minutos de “Race” uno ya puede sin miedo a errar, hacerse una buena idea de conjunto. Por ejemplo, la película está rodada en la ciudad de Durban, tercera ciudad por población de Sudáfrica y uno de los mas importantes puertos del continente africano. Traducción: un escenario brillante, colorista y sobre todo lujoso que evadiéndose de la triste realidad hindú casi se está convirtiendo tanto en bandera de la filmografía bollywoodiense como en “leit motiv” de productoras como la “Yash Raj Films”.
A su vez estos fondos exóticos – o a lo sumo, envidiables – dan para recrear historias donde la suntuosidad compite con una pulcritud técnica que eleva el nivel del film. Así la fotografía de “Race” luce tan primorosa y nítida que uno no tiene ojos para otras carencias; la luz lo impregna todo y uno no puede ver mas allá de la superficie.
Dejando a un lado que sea una cursilada, creo haberme explicado bien; pasemos a otro aspecto.
Por si fuera poco lo vistoso del “escaparate” al film se le une un aliciente cada vez mas recurrente en su filmografía: la del muestrario femenino. Ya no solo es el par de protagonistas, son todas las figurantes a cada cual mas guapa y… ligerita de ropa. No nos extraña que el film haya sido un éxito de taquilla… Bromas aparte, igual ésta actitud tan solo responde a una cierta tendencia en su cine.
Y claro está, siempre que hace acto de aparición éste tipo de festival frívolo no pueden faltar unos números musicales a la altura. En esos veinte primeros minutos nos vamos a encontrar con uno que sirviendo de gancho – es el primero coreografiado y el mas masivo – surge tan espontáneo como paradójicamente forzado.
Me explico; sin que venga a cuento uno de los protagonista saltará al escenario – literalmente – para entonar una canción y contagiar su alegría al resto del personal, vamos, como el que no quiere la cosa; tanto que pocas explicaciones hay para que ello ocurra. Pues bien, esto será una constante a lo largo del resto del metraje. Tienen que estar ahí y no les importa el cómo.
Pero como decía Superratón, <<… No se vayan todavía que aún hay mas… >>. A lo dicho sobre la excelente fotografía hay que añadir otros aspectos técnicos/artísticos igual de brillantes y que hace tan solo cinco años evidenciaban un cierto retraso.
Nada mas comenzar vamos a ver un espectacular accidente apoyado en unos efectos especiales bastante creíbles y no por ello, menos espectaculares. Se puede poner en tela de juicio la causa pero no, la puesta en escena.
Al hilo de esto llegamos a la última de las particularidades “recursivas” que nos encontramos al inicio del film: las trampas.
¿Alguien se cree que un camionero al que se le está cayendo la carga va a frenar de tal manera provocando a su vez la ya tristemente famosa “Tijera”?. Uno al ver esto lo único que puede hacer es echarse las manos a la cabeza y mas si encima ve como el vehículo que le sigue, sin chocar con nada – se ve claramente – salta por los aires en posición vertical… Ya estamos acostumbrados al cine de acción de Bollywood y a su “fantástico” desenfreno pero aquí se roza el ridículo.
Sin embargo… NADA ES LO QUE PARECE.
Tan solo tendremos que esperar unos minutos mas para que lo que parecía una simple licencia por parte del guionista/director se justifique de una manera que hasta nos parecerá creíble. Vale, no el salto vertical del vehículo pero sí el origen del accidente. Y es que la intención de Abbas-Mustan es aprovecharse de todo ese conjunto de tópicos y situaciones manidas para, convenciéndonos de estar ante una producción mas de la industria local, un producto en serie donde lo único que cambia son unos rostros – y ni eso… ver “Tashan” estrenada tres semanas antes… – dar el golpe en el momento preciso.
Y es que hasta en cinco ocasiones la película dejará boquiabierto al espectador recurriendo a ese “nada es lo que parece”.
Lo malo es que son tantos los ases en la manga que se guarda su director que al final el espectador acaba por levantar un escudo de escepticismo que impide que se acabe de creer la historia, buscándole siempre las tres patas al gato o, como decía antes, la trampa.
Situación que termina por volverse «insostenible» cuando nos acerquemos a su parte final, anticipándonos a su desenlace formulando hipótesis que en el peor de los casos pueden resultar certeras haciéndonos exclamar el típico <<… si ya lo decía yo …>> recibiendo en contraposición la no menos clásica decepción. Puede sonar demasiado abstracto pero dados los bandazos que pega la película uno se espera ya lo imposible terminando por acertar.
Tampoco ayuda que el tono del film cambie en su segunda mitad transformando el hasta el momento correcto thriller en algo cercano a la comedia.
La llegada del personaje interpretado por Anil Kapoor resultará determinante en éste aspecto pero no será el único elemento que ponga la nota discordante ya que como decía, no solo es el cambio de registro sino que a merced de la poca trascendencia que va adquiriendo la película, el juego de sorpresas al que servíamos de testigos se transformará en algo cercano a esa manipulación donde siempre el espectador es la víctima.
Ese es el problema de estirar demasiado la cuerda que además de resultar previsible como avanzaba unos párrafos antes, terminas por perder la frescura recurriendo a tópicos y trampas muy fáciles de descubrir; corres el riesgo de que se te vea el plumero.
En todo caso hay que realizar un ejercicio de honestidad y ser justo tanto con el planteamiento de la historia, evidenciando una buena construcción con a pesar de todo pocos cabos sueltos, como con la parte cómica de la historia encabezada por una camaleónico Anil Kapoor en un año para él antológico: “Black & White”, «Tashan«, «Race«, “Yuvvraaj” y la oscarizada «Slumdog millonaire» en un papel muy distinto a éstas.
A pesar del humor burdo del que hace gala con hasta esas pinceladas de socarronería machista que tan habituales se están convirtiendo en la comedia bollywoodiense, hay detalles que vuelven a dejar patente cierto cuidado por el detalle como esa inclinación por incluir metáforas «afrutadas» en su dialogo.
Para ir acabando vayamos como siempre con el apartado musical. Como decía al principio el film es tan vivaz como poco recatado; así los números musicales de la película insisten en enseñar carne a ritmo de una serie de canciones a cada cual mas bailable. Calidad no tendrán – todas muy repetitivas y poco originales – pero pegadizas son un rato. La puesta en escena es igual de impecable que el resto de la película pero luce espectacular gracias a una escenografía brillante y a la acumulación de bailarines. Para los amantes de las grandes orquestaciones coreográficas, “Race” les dejará satisfecho a pesar de la sencillez de movimientos. Esto junto a la generosidad en número de canciones puede suponer por sí solo un atractivo de la película.
Resumiendo, “Race” es un film irregular en contenido pero impactante en presentación. Una primera parte trabajada y brillante para una segunda zafia y previsible. Y es que en su afán por ser el “novamas”, la película pierde los papeles ofreciendo un recital de incoherencias y hasta despropósitos en sus escenas de acción. Entretiene sin mas.
Ranvir y Rajeev son dos hermanos aparentemente bienavenidos. Ranvir maneja los negocios tras la muerte de su padre mientras que Rajeev se dedica a vivir la vida alcoholizado a la sombra de su hermano. Apenado por la situación a Ranvir no le importará ni siquiera cederle el paso a éste cuando los dos se interesen por la misma mujer. Y es que Rajeev por Sonia, que así se llama ésta, es capaz de hasta dejar la bebida. A pesar del gesto de Ranvir, Rajeev le guarda un inmenso rencor; tanto que su verdadera intención es asesinarlo.