El destino me llevó a ver esta película poco más de cuatro horas después de haber visto en una sala de exhibición la última producción del mexicano Guillermo Del Toro, “Historias de miedo para contar en la oscuridad”. Y lo primero que tengo que decir, escribir en este caso, es que hubiese pagado el doble por ver esta en un cine. Lo segundo, que tiene más esta de Del Toro que la suya propia.
“Tumbbad” tanto por forma como por sensaciones bien podría estar firmada por el cineasta centroamericano y aunque poco ortodoxo, voy a utilizar los paralelismos para intentar dar a conocer este film que merece ya no una oportunidad sino la atención de los amantes ya no tanto del género como del cine en general.
“Tumbbad” lleva una carga sentimental muy de Del Toro. En casi todas sus películas tenemos personajes traumatizados por su pasado con un presente lleno de incertidumbres que no les permite ser felices. Aquí tenemos un hombre perseguido por la pobreza que incluso cuando… “encuentra” la fortuna no se permite descargarse del peso -la mochila- de la desdicha. Es ese fatalismo en contraposición con una felicidad tan alcance de la mano como difícil de alcanzar. Sueños, perseverancia, conciencia… todo ello se mezcla para crear un caldo de cultivo creíble a pesar de la fantasía que rodea la trama.
Pero más allá de la pesadilla personal sufrida por el protagonista tenemos un hijo y una mujer que llenan de matices aún más a un personaje ya de por sí complejo. Y no tanto a nuestro particular anti-héroe como a la hora de conjurar y colmar un conjunto rico y denso en sensaciones.
Por ejemplo, el niño por encima de ser un reflejo distorsionado de su padre, cosa que suele ocurrir en los films de este género, va más allá convirtiéndose casi en una caricatura perversa de este. Pero lo que lo hace… ¿grande? es que su peculiar ambición no nace de un pasado tormentoso sino de la propia inocencia. Solo hay que ver cuando intenta comprar el favor de la amante de su padre.
Y aquí enlazamos con el otro personaje importante del film como es la esposa de nuestro protagonista. ¡Qué gran idea defender la imagen de estas haciéndolas parecer menos que nada! En serio. Alguna se echará las manos a la cabeza pensando que he dicho una burrada, pero no es así. Está muy bien eso de mostrar a una mujer fuerte que lucha por su independencia y bla, bla, bla… pero a veces hay que mostrar el sufrimiento y el sacrificio para, aunque sea compadeciéndose, ser consciente de una triste realidad. Y no es algo sacado de mi mente poco objetiva con este trabajo ya que basta fijarse en detalles como esa irónica crítica a Gandhi y la frase de marras que ridiculiza el empoderamiento de la mujer. No es casualidad, es algo buscado.
Pero tranquilos que los que hayáis llegado a esta película buscando una producción de género, no os vais a encontrar un discurso reivindicativo y políticamente correcto. Sangre y sustos no hay muchos pero sí esa oscuridad que predomina, como venimos diciendo, en el Universo Del Toro.
La historia de esta “Tumbbad” bebe directamente de la mitología hindú y su rica imaginería de dioses peculiares. La cultura india es tan extensa y pintoresca que hay una diosa que se comió a sus retoños nada más darlos a luz para poder seguir copulando con otros de sus vástagos ya crecidos y es adorada como una de las protectoras –sí, protectoras- de la fertilidad en lugar de la lujuria como cabría esperar.
Así que no nos extraña que la leyenda que se nos cuenta aquí y su desarrollo dentro del marco que se nos narra, por muy surrealista que sea, resulte creíble. ¿Y qué más da? Tenemos una mansión decadente por mucho que su estilo sea diferente a esos pseudos mausoleos victorianos a los que estamos acostumbrados en Occidente, tenemos pasajes secretos, y tenemos una criatura siniestra.
Y es aquí donde volvemos a encontrarnos los parecidos razonables. La apariencia de esta criatura bien podría haber surgido de la mente y mano de Guy Davis, uno de los ilustradores de cabecera del realizador mexicano. Sin ser grotesco tiene ese aire escalofriante de lo posible. Lamentablemente los efectos especiales no son lo mejor del film y chirrían un poco. Y no porque la industria del país esté un paso por detrás de la occidental o de sus vecinos más orientales, de hecho muchas producciones de Hollywood se alimentan de las pobladas empresas dedicadas a estos menesteres que existen en el país, sino porque la inversión quizás no ha haya ido acorde a la ambición de sus responsables.
Y claro está, como toda película de Del Toro –o casi- tenemos una moraleja que en esta ocasión no esconde un gran mensaje; sin embargo la causa, como he ido diciendo, ya ha ido calando y para cuando llega el desenlace ya estamos concienciados.
Resumiendo, “Tumbbad” es una maravillosa película, una fábula que nos enseña que la vida a veces recompensa no solo si se persevera sino si algún demonio te acompaña en el camino.