BREVE RESUMEN DE SUS 12 PRIMEROS CAPÍTULOS:
Kwon Yul es el padre de tres niños. Viudo, su profesión como político no le permite prestar mucha atención a sus hijos. La situación empeorará cuando el Presidente de la Republica vea en él al perfecto candidato para convertirse en el nuevo Primer Ministro tras los fracasos de una serie de políticos corruptos. Y es que la imagen que de él tiene la opinión pública es de un burócrata joven, trabajador y sobre todo integro. Sin embargo Kwon Yul tiene los enemigos metidos en casa, ya que su cuñado le echa la culpa de la muerte de su hermana. Así, aún siendo ministro dentro del mismo gabinete, intentará boicotearlo por todos los medios. Un día, Kwon Yul tendrá un malentendido con una joven periodista de la prensa rosa, Da Jung, y el único remedio que tendrán para salir del entuerto será hacer creer a todo el mundo que son pareja. Cuando esta se entere de que la muerte de su padre está próxima, aprovechará la coyuntura para pedirle a Kwon Yul que se case con ella para así cumplir el sueño de su padre de verla casada. El político accederá, y poco a poco la mentira se convertirá en realidad cuando vayan enamorándose. Sin embargo su felicidad no será completa ya que están rodeados de traidores, entre ellos, el propio secretario de Kwon Yul que cree que su jefe es el culpable del accidente que dejó en estado vegetativo a su hermano cuando viajaba en coche junto a su amante, la propia esposa del Primer Ministro que falleció en dicho accidente.
13º CAPITULO: Confesiones.
Antes de poner en marcha su plan contra Kwon Yul, el Manager Kang In-Ho decidirá investigar un poco tras la «aparición» de la que ha sido testigo. Y mientras este sigue con sus averiguaciones, el Primer Ministro quedará con Da Jung en su antiguo colegio para hacerle una confesión. La misma tendrá muchos matices, y aunque su objetivo sea otra vez desanimar a la jovencita esta afrontará las palabras del Primer Ministro como un desafío. Al margen de las tribulaciones del trío, la secretaria Seo Hye-Ju se reunirá con el ya ex-ministro Jun-Gi para hablar como simples amigos. Este, libre de todo compromiso como la propia ejecutiva, le propondrá empezar de nuevo de cero. Y así, cuando Kwon Yul acuda a «La casa azul», recibirá la sorpresa de que su cuñado ha pasado a formar parte de la Secretaría de Asuntos Políticos con Seo Hye-Ju como su asistente. No obstante no será la última sorpresa ya que In-Ho encontrará finalmente al «fantasma» que andaba buscando: Na Young, la esposa desaparecida de Kwon Yul…
Episodio estupendo aunque algo -demasiado…- tramposo. Tramposo porque para empezar, hemos pasado de «esposa fallecida en accidente» a «esposa desaparecida». Los guionistas han modificado el status de la pareja del protagonista sobre la marcha para poder encajar las piezas y que no resulte todavía aún más increíble la explicación que nos den de la reaparición de esta. ¿Tan tontos nos creen?
Y luego, uno de los mayores defectos de los guionistas del lugar: lo melodramáticos que son estos. Está claro que un hombre se puede culpar de los males que afectaron a una relación pasada, que se responsabilice del distanciamiento de su esposa, es más, resulta muy creíble que siendo un político tuviese más o menos abandonada a su mujer. Pero de ahí a que esta además sea madre de tres hijos -encima hay que pensar que cinco años atrás dos de sus hijos, uno sería un bebé y otra tendría pocos años sino meses- y diga que se siente sola, va un trecho. La «abandonada» esposa para mí pasaría a ser una irresponsable, y por mucho que quieran pintarnos a un cabeza de familia sacrificado, torturado casi mártir, le dan suficientes motivos a Da Jung para que esta pudiera rebatirle y hacer entrar en razón a Kwon Yul, restándole parte o toda la culpa. Pero claro, esto es Hollywood… digo, Korea del sur, donde los hombres/galanes siempre tienen que cargar con un pesar para que las mujeres osadas y determinadas salven la relación.
Y ya no es un estereotipo, pues a los asiáticos como a medio mundo les gusta también el romanticismo clásico donde el hombre es el que lleva la voz cantante, pero es cierto que en muchas ocasiones a estos -más bien a estas- les gusta la figura de la mujer que lucha por su amor.
Para completar los comentarios sobre el episodio, decir que hasta nos encontramos con un nuevo tema musical elevando la cifra total de la banda sonora hasta tres, algo todavía alejado de la media del país, pero un claro indicio de la buena salud de la serie. Lástima que haya sido en su parte final.
14º CAPITULO: Sube la temperatura.
El secretario Kang In-Ho asistirá anonadado a la confesión de Na-Young. Será tal el shock que enfermará. Tendrá que ser una siempre dispuesta a ayudar Da Jung la que acuda a su casa para cuidarlo. Allí será cuando, por un descuido, vea una foto de la supuestamente fallecida esposa del Primer Ministro, comenzando a sospechar que In-Ho oculta algo a pesar de que la excusa que le dará este es bastante creíble. Cuando la joven vuelva junto a Kwon Yul, le esperará una grata sorpresa ya que le comunicará que al día siguiente la acompañará a ver a su padre. Una vez en la residencia el político le dirá a su suegro que en pocos días se lo llevará a su casa, ya que quiere ver feliz a su «esposa», nunca mejor dicho ya que Kwon Yul le propondrá a Da Jung casarse de nuevo con ella, ahora de verdad. Por el camino, el Primer Ministro hará un descubrimiento clave. Pero no será el único ya que Da Jung se llevará la sorpresa de su vida…
Madre mía, tanto quejarme de falta de contenido y esto evoluciona cada vez mejor. Lo curioso es que contrariamente a mis gustos lo hace basándose en el drama y no en el humor. Pero por partes, nunca mejor dicho ya que esta entrega se divide claramente en dos, una primera donde todo transcurre como la seda, con algún descubrimiento sorpresivo eso sí, pero donde se respira felicidad, y una segunda, a partir del minuto 30, que cambiará radicalmente ofreciéndonos un tour de force sentimental del que será difícil escapar.
Para empezar, ese encuentro entre In-Ho y Na-Young. Increíble. Se puede cortar con un cuchillo la tensión entre ambos, pero no por ver cuál de ellos gana el duelo, al revés, sino por ver cuál de los dos sufre más, es más mártir. Y con razón. Muy en la línea de lo que decía en el anterior capítulo, Na-Young se confiesa como una mala madre, y con el corazón en la mano es imposible reprocharle nada.
Por otro lado, me encanta esa «brecha» abierta entre el propio In-Ho -protagonista del capítulo de hoy- y su jefe. Y es que por mucho de que hayamos servido de títeres de los guionistas sufriendo ese amago/manipulación con el engaño de Kwon Yul, las posteriores reacciones de los personajes compensan ese truco. El papel secundario de la secretaria Seo Hye-Ju, aunque poco importante en este caso, refuerza la imagen de que nuestros héroes no están solos. Por cierto, no me gustaba, pero In-Ho ha terminado por ganarme, gracias sobre todo a la interpretación de Yun Si-Yun.
Y para acabar, ese final descorazonador. Algo artificial si nos limitamos a esa cafetería con Hye-Ju preguntándole a In-Ho: «¿Qué es eso que he oído, Na-Young está viva»?, pero dejando a un lado licencias argumentales espero que necesarias, se nos caerá el alma a los pies. Emoción a flor de piel y tristeza supina. Por suerte, esto es una comedia y todo acabará bien… Espero.
15º CAPITULO: No todo iban a ser sinsabores.
El futuro de Kwon Yul se ve cada vez más oscuro: no solo es el único que no sabe que su esposa en realidad está viva sino que encima su cuñado ha convencido al Presidente de la República para que lo releve en el cargo a causa de la investigación que le está haciendo a las empresas de su suegro. Lo peor es que la secretaria Seo Hye-Ju está siendo también el objeto de las sospechas del ex-ministro por lo que tampoco podrá ayudar a Kwon Yul al quedar al margen de las maquinaciones de este. Por su parte Da Jung no podrá quitarse de la cabeza el regreso de Na-Young de tal manera que le dirá a In-Ho que quiere hablar con ella; a pesar de la negativa del joven, este no tendrá otro remedio y concertará una reunión. Allí la periodista le invitará a que vuelva a ocupar el lugar que le corresponde. Y mientras todo ello ocurre, finalmente Hye-Ju descubrirá las verdaderas intenciones de su nuevo jefe, no teniendo otra salida que confesarle que su hermana está viva. Pero no será el único sorprendido ya que Da Jung culminará su plan reuniendo por sorpresa a Kwon Yul y Na-Young…
La tensión, el drama y los sentimientos a flor de piel siguen presentes en otro de los momentos álgidos de la serie, lo que me lleva a pensar que quedando todavía dos capítulos para zanjar la misma, algo de relleno nos van a meter. ¡Con lo bien que lo estaban llevando hasta el momento…!
Porque para empezar, ya casi todos los interlocutores se han enterado del «regreso» de Na-Young. Es cierto que faltan los niños, pero no creo que esto dé para más de un capítulo.
Por otro lado, ese desenlace me lo esperaba en la siguiente entrega. Con la decisión de Kwon Yul, aunque deseada para aliviar algo la carga dramática a la que estábamos siendo sometidos, se le ha restado algo de ese suspense que cabía esperar con la llegada de la nueva situación, pero bueno, como decía, todo sea por contentar al espectador y ofrecer uno de esos rescates de caballero de brillante armadura que tanto nos gustan.
Y por si faltase algo, también se nos ha adelantado la redención del personaje de Jun-Gi con lo que juntando todo lo dicho, uno se queda con la imagen de que todo se podría resolver en el siguiente capítulo. Sabiendo encima que inicialmente iba a tener dieciséis capítulos y que a posteriori se le sumó uno más, no dejamos de tener la impresión de que el relleno va a estar presente sí o sí.
Por último, un deseo. Espero que ese repentino «enfriamiento» del padre de Da Jung no se traduzca en un empeoramiento de su salud y una posterior… muerte que nos haga inundar los salones de nuestras casas. Porque una cosa es tragar con el relleno, y otra que encima este sea a costa de nuestros sentimientos…
16º CAPITULO: Melancolía.
A pesar de la determinación de Kwon Yul, Da Jung le insistirá que lo mejor es salir de su vida, de hecho se inventará una mentira con la que intentará hacerle creer que ahora lo que quiere es ser libre. El político no la creerá, pero tiene otros problemas con los que lidiar, como por ejemplo, la intención de su partido de deponerlo del puesto. Para su sorpresa, será Jun-Gi el que intercederá por él, sin embargo no será gratis ya que su cuñado le pedirá que vuelva junto a Na-Young. Como Kwon Yul ya se había reunido con su recuperada mujer, le contará lo que habían acordado: que le permitirá volver a ver a sus hijos, pero que nunca más será su esposa. La mala suerte hará que Wu-Ri los oiga enterándose de la repentina «resucitación» de su madre. Padre e hijo conversarán, y este le dirá que no quiere hablar con ella, que si los abandonó, ahora está muy bien así y que no les hace falta. Fuera de asuntos familiares, Kwon Yul intentará por última vez convencer a Da Jung, pero esta volverá a darle calabazas. Harto de estar siempre a merced de unos y otros, y dispuesto a coger de una vez por todas el toro por los cuernos, Kwon Yul le presentará su dimisión al Presidente de la República.
Bueno, algunos de mis temores se han confirmado, pero en líneas generales estamos ante un buen capítulo.
Para empezar, como nos olíamos, el estado de salud del padre de Da Jung ha empeorado y ya nos están predisponiendo para lo peor. Su figura ha sido desde el inicio de la serie la más entrañable, y hoy incluso nos amenazarán con que soltemos alguna lagrimilla cuando los hijos de Kwon Yul le hagan una visita en el hospital. Yo ya preparo el pañuelo y el mocho, por si acaso…
Luego, en lo referente a los «rellenos», pues sí, el episodio peca un tanto de ello. Por ejemplo, la insistencia de Kwon Yul y la resistencia de Da Jung. Hasta en tres ocasiones nos encontramos con esta situación resultando un tanto… pues eso, de relleno.
Por otro lado, me gusta la reacción de Wu-Ri, dura y exenta del melodramatismo reinante en el género. Sabemos que es artificial, pero también que paradójicamente es lo más cercano a la realidad. Y es que por mucho que duela, una madre es una madre.
Y si bien el mayor de los hijos del Primer Ministro actúa maduramente, su tío con esa petición a su cuñado peca de egoísta y de poco congruente. Se redime poniéndose a favor de este, ¿pero luego va a pedirle que vuelva junto a Na-Young? Lo que debería es haberle leído las cuarenta a su hermanita.
Pero la palma se la lleva In-Ho. ¡Qué pesado con Da Jung! Tanto mirar por los intereses de la jovencita y sigue haciéndoselas pasar &$»@ con su empecinamiento de que salga con ella. ¡A tomar por saco ya!
Ahora a esperar a ver cómo lo resuelven: o en plan «Happy End» o en plan «Soy surkoreano y para mí solo existe la amargura».
17º CAPÍTULO: 100% filosofía surkoreana.
A pesar de reconocer a su madre, Wu-Ri la rechazará, diciendo delante de ella y de sus hermanos, que cómo va a ser aquella su madre si esta murió hace unos años. Na-Young, dolida, creerá que la causa de todo aquello responde a que Kwon Yul le ha contado a su hijo tanto su indiferencia estos años como su aventura extramatrimonial. Así se reunirá con este, averiguando que no es verdad y que lo único que necesita es tiempo para que su hijo mayor la perdone. Ajena a los problemas de la familia Kwon, Da Jung comprobará cómo poco a poco su padre va apagándose, pero aún tendrá fuerzas para reprenderla cuando, encontrando por casualidad el diario de su hija, lea que su matrimonio con el Primer Ministro ha sido una completa farsa. Esta se disculpará diciendo que ambos están ahora realmente enamorados, pero el anciano no solo se enfadará por haber sido víctima de aquel engaño sino que se echará la culpa de todo el embrollo. Al día siguiente, Wu-Ri decidirá finalmente perdonar a su madre, la única buena noticia que recibiremos ya que tanto su padre abandonará el cargo como Da Jung decidirá cambiar el rumbo de su vida.
Se acabó, y aunque suene un poco pretencioso, he acertado en todo. No puedo explayarme sin -como en el resumen del episodio- destripar nada, pero me produce una sensación agridulce.
Dulce porque personalmente me confirma que ya conozco suficientemente bien la idiosincrasia surkoreana como para adivinar cuáles son los pasos que van a dar, y agria por su propio desenlace, que se ajusta a esa filosofía tan suya de impedir ser felices a toda costa.
Por lo demás, episodio extremadamente sentimental y exprimido al máximo, sin más objeciones que las comentadas en el anterior párrafo. Si acaso, aplaudir de nuevo la reacción de Wu-Ri y lo bien hilado que está su cambio de opinión. Yo lo hubiese resuelto de otra manera para evitar… el trago, pero… dónde manda patrón, no manda marinero.
CONCLUSIONES:
«The Prime Minister and me» ha sido una serie que ha ido de menos a más. Pero que se me entienda, del notable al sobresaliente. Solo los titubeos, esa indecisión que conllevaba que la misma serie no se definiese, han provocado que finalmente no se convirtiese en una referencia para series venideras. Y es que las referencias, fueron su talón de Aquiles.
Porque para empezar teníamos en la cabeza, tanto nosotros como los guionistas, los seriales con madrastra como protagonista, y esto jugó en su contra.
Por otro lado, la actualidad política no le ha ayudado tampoco. Nos dibujaban un Primer Ministro íntegro y al costado del pueblo, y si bien corrían el riesgo de no resultar creíble han terminado por, contrariamente, quedarse cortos. No puedes empezar una cruzada y quedarte a mitad de camino, y más con las ansias de buenos políticos que tiene esta sociedad actual.
Así, ante el miedo que conllevaba caer en los tópicos y malos chistes de los seriales de madrastra o cargar las tintas en la componente social y política, sus guionistas eligieron tomar el camino del drama y los males del corazón, del melodrama, por lo que además de perder la etiqueta de comedia romántica perdimos al mejor Lee Beom-Su.
El que esperase a un Beom-Su divertido y magistral -literalmente ya que fue docente de comediantes de la talla de Ha Jeong-Wu- que se vaya olvidando; aquí está serio y en plan galán, algo que si bien no es malo dada su categoría interpretativa, implica haberte dejado por el camino una de tus bazas. Al menos, la parte buena es haberte encontrado una «actoraza » como Yuna.
Y es que «The Prime Minister and me» ha terminado por convertirse en una bomba sentimental digna del mejor culebrón. Malo o bueno, no sé, eso dependerá del gusto de cada uno, pero muy diferente de lo que apuntaba al principio.
Pasando ya los detalles destacar el poco peso, en comparación con otras series surkoreanas, de los secundarios. Secundarios, porque paradójicamente algunos de los que tendrían que estar destinados a esta función/rol como es el caso del secretario In-Ho, adquieren en ocasiones demasiado protagonismo. Excesivo a mi gusto. El favoritismo de los guionistas por los actores jóvenes para congraciarse con el público adolescente es una plaga que sigue sin atajarse.
La música tampoco tiene un papel prominente. De hecho solo encontramos tres canciones cantadas en su banda sonora, y eso que cuenta con dos primeras espadas en este apartado en su reparto. La parte buena es que a cambio no tendremos rellenos en forma de esos clásicos videoclips.
Por último, la chorrada -y no tanto…- de turno: los protagonistas al principio de la serie se dan en un par de ocasiones un beso accidentalmente u obligados por la situación. Sin embargo una vez van avanzando en la relación y enamorándose realmente, se olvidan de mostrárnoslos tan cariñosos. Significativo siendo como es un producto que depende tanto del «tú a tú». Sentimiento sí, pero pasión…
Resumiendo, «The Prime Mister and me» es una de esas series «diésel», que va cogiendo fuerza poco a poco hasta lograr ponerte el corazón en un puño. El problema es que intentando eludir tópicos, resulta igualmente previsible. Sobresaliente pero no excelente.