BREVE RESUMEN DE LOS 17 PRIMEROS CAPITULOS:
Yeo-Chi es la nieta de un poderoso hombre de negocios dueño de varios conglomerados empresariales. Caprichosa y mal criada no recibe ninguna de las simpatías de los trabajadores de su abuelo. Cuando este, dispuesto a que cambie de actitud la obligue a trabajar en la Chun Ha, su empresa matriz, esta decidirá declararse en rebeldía fastidiando algunos de los planes de su abuelo. Pronto Yeo-Chi será el centro de las intrigas de las personas que conspiran a la espalda de su jefe buscando el poder, siendo incluso acusada de asesinar a su propio tío en colaboración con Yu-Bang, un desgraciado trabajador de la empresa cuya labor era vigilar sus pasos. Por suerte lograrán huir y sus días como prófugos forjarán una buena amistad, amistad que a Yeo-Chi le gustaría que fuese algo más ya que se ha enamorado del menudo Yu-Bang. Sin embargo este sólo tiene ojos para Wu-Hee, una científica que trabaja para el laboratorio farmacéutico del abuelo de Yeo-Chi. Cuando finalmente logren demostrar su inocencia la pareja tendrá que hacer frente a más intrigas por parte de los enemigos del patriarca de la Chun Ha, enemigos que no dudarán incluso en asesinarlo para alcanzar el poder. Como por ejemplo, su propia secretaria, la Directora Mo Ga-Bi que falsificando el testamento de este alcanzará la presidencia de la empresa arrebatándole a Yeo-Chi todo lo que tenía. Con la única ayuda de Yu Bang, nuestra heroína intentará recuperar sus posesiones.
18º CAPITULO: Donde las dan, las toman.
Yu Bang conseguirá detener a Yeo-Chi justo cuando esta estaba a punto de atacar a la Directora Mo tras enterarse de que fue la culpable de la muerte de su abuelo. Una vez ya en privado, el ejecutivo le explicará el porqué de su actitud, pidiéndole paciencia para ver culminada su venganza. Sin embargo quienes les habrán tomado la delantera ajenos a todo ello serán Hang Wu y la propia Chun Ha, iniciando una ofensiva de compra de acciones de la Paeng Seong para de un golpe, quitarse de encima a la competencia. Aunque el ataque será contundente, no llegará a ser mortal ya que Yu Bang, utilizando la maniobra de distracción que puso en práctica Yeo-Chi días antes con la Directora Mo, hará creer a propios y extraños que ha abandonado toda esperanza. En realidad está llevando a la quiebra a su empresa para que los de la Directora Mo y Hang Wu se endeuden hasta las cejas, y ellos mientras tanto, compren las acciones de la Chun Ha recuperando para Yeo-Chi la empresa que fundó su abuelo.
Volvemos a encontrarnos con un episodio de transición con poco contenido. Sin embargo a pesar de que el relleno no sólo es abundante sino también, descarado, no se puede decir que haya sido un capítulo malo gracias otra vez al humor. Pero por pasos.
El relleno en este caso viene dado por las escenas protagonizadas por las parejitas de turno, en especial la conformada por Hang Wu y Wu-Hee. Bajo mi modesto punto de vista, y como ya he dicho otras tantas veces, estas pecan de ser excesivamente volátiles además de, para mayor despropósito, cada vez más edulcoradas. Sobre lo primero no puede ser que den tantos bandazos, y sobre lo segundo, sólo falta el clásico: «Que se besen». A decir verdad, quedando todavía 4 episodios para cerrar el telón de la serie, creo que la cosa va demasiado acelerada con lo que me huelo -opinión personal- que tendrán que inventarse algo que ralentice la relación, y así dar tiempo a que encaje con el final. ¿Tomaron mal las distancias los guionistas?
Y si hablamos de previsibilidad, ¿qué decir de la treta de Yu Bang? Pues eso, lo bueno es que divierte un montón. Verlo caracterizado como el TOP de los «Big Bang»s con los ojos pintados, es lo que hace grande a este actor: que se lo toma en serio produciendo un efecto mayor que el del cómico que sólo busca parodiar ridiculizando al personaje que en realidad tendría que homenajear. Y es que Beom-Su es uno de los actores que mejor saben hacer reír sin caer en la burla.
Por lo demás, grande la escena de arranque, contagiosa en cuanto a sentimientos, y grandes otra vez los secundarios de la serie, en especial en esta ocasión el Director Jang Ryang.
19º CAPITULO: Me encantan que los planes salgan bien… o casi.
Para Yeo-Chi todo serán buenas noticias. Por un lado, tras recibir un mensaje en el móvil se pondrá tras la pista con la que por fin podrá demostrar que su abuelo fue asesinado, y por otro, el propio Yu Bang se verá obligado a contarle todo su plan. Lo malo es que aunque todo va según lo planeado, haciéndose cargo la Chun Ha de la Paeng Seong a fuerza de haberse hecho con sus acciones, Hang Wu previendo el golpe, ha demanda al ejecutivo por malversación por lo que este deberá presentarse ante un tribunal. Por si fuera poco, al Vicepresidente de la Chun Ha las cosas desde el punto de vista personal tampoco le irán mal, ya que finalmente se ha atrevido a pedirle la mano a Wu-Hee. Aunque esta se hará de rogar, su jefe sabrá que ha dado en la diana. La otra cara de la moneda la encontraremos en la Presidente Mo Gabi, ya que ajena a todas las maniobras de Yu Bang y sus socios, finalmente arriesgará parte de su ya disminuido patrimonio en una inversión sugerida por el Director Jang Ryang para ver como esta no resulta tan fructífera como en un principio parecía.
Al contrario de lo que veníamos diciendo en los episodios anteriores, esta no se puede decir que sea una entrega poco densa; sí que trate pocos temas nuevos, pero no que no tenga contenido. Al revés, al igual que comentaba en la anterior reseña con la relación de pareja entre Wu-Hee y Hang Wu, parece que todo el asunto se esté precipitando demasiado rápido teniendo en cuenta que aún quedan tres episodios.
Por norma general sabemos que en los seriales surkoreanos el último capítulo es bastante intrascendente, reservado para esos típicos finales de fiesta que casi siempre más que invitarnos a que nos sumemos a la celebración, nos suelen dejar un mal sabor de boca cuando a algún guionista se le ocurre ser original inventándose alguna patraña que no permita la felicidad total a sus protagonistas; no obstante, si quitamos este, todavía nos quedarían dos entregas donde quizás y a tenor de cómo van las cosas, el argumento no dé para tanto. Miedo tengo al relleno.
Por lo demás, muy buenas las dos escenas protagonizadas por las dos parejas de la serie. La primera, entre Yeo-Chi y Yu Bang, cómica a causa de paradójicamente esa carga dramática que le confieren ambos. Aunque pequen de sobreactuación, el público se rinde ante ellos incluso cayendo en la tontorrona trampa de ser conmovido.
Por su parte, Hang Wu y Wu-Hee, logran encandilar más por las respuestas de la joven, que por los tópicos. Esa reacción inmediatamente después del beso y la otra, no sólo a su llegada al hogar sino sobretodo, al descubrir nosotros que su «prometido» la está observando son geniales. Un aplauso en esta ocasión para sus guionistas.
20º CAPITULO: Desbocado y cuesta abajo.
Yu Bang saldrá airoso como esperaba de su cita con la fiscalía, pero le dará la vuelta a la tortilla cuando aprovechándose de la ambición del joven fiscal le venda la idea de que en la Chun Ha están realizando un fraude en base a una doble contabilidad. Así, los agentes del juzgado se presentarán en la empresa sin saber que algunos empleados han huido segundos antes con los libros de contabilidad para esconderlos; sin embargo no contarán con que Yeo-Chi, dentro de la propia empresa, los ha seguido descubriendo su paradero a la fiscalía. El problema surgirá cuando, incluso con ellos, no puedan encontrar ninguna prueba incriminatoria. Detendrán a Hang Wu, pero este resistirá estoicamente el acoso. Por su parte, Wu-Hee descubrirá casualmente que Park Beom-Jeun oculta el auténtico testamento de Jin Si-Hwang. Cuando vaya a comunicárselo a Hang Wu, será víctima de los planes cada vez más desesperados de la Presidenta Mo Ga-Bi.
Estamos frente a uno de los mejores episodios de la serie, y teniendo en cuenta el altísimo nivel medio de la misma, podemos casi decir que ante un episodio excepcional. Ya no es la tensión que se vive en todo su metraje con ese final que nos pone el corazón en un puño, y que nos hace casi ver de carrerilla la siguiente entrega por mucho que sepamos que no va a pasar nada, es que sus responsables quieren seguir siendo fieles al espíritu que ha caracterizado a toda la serie, y le han dado al humor un papel primordial también en esta entrega.
¡Y qué humor! Hay cinco -sí, cinco- escenas que son para partirse. Una, la de «Instinto Básico»; y no destripo nada porque uno desde el principio sabe que va a encontrársela. Eso lo hace más divertida; amén de la… «guarnición».
Dos, Wu-Hee apartando a una «Gisaeng» al más puro estilo dibujo animado/manga/manhwa.
Tres, la de pareja entre Wu-Hee y un Hang Wu bebido. Fuera edulcoramientos y directos a la mala leche.
Cuatro, la de la otra pareja con Yu Bang tirando de morro. Es tan poco original que la hemos visto ya en decenas de ocasiones en otros tantos seriales surkoreanos, pero sigue teniendo su gracia.
Y cinco, la de la cafetería donde los celos del mismo Yu Bang salen a relucir. Su continuidad en casa de Yeo-Chi, un tanto por el estilo. Destacar la mirada del menudo actor cuando está sacando cuentas.
En el otro extremo de la balanza, los litros de lágrimas -amargas, casi todas fruto del odio, pocas de la tragedia- que sin borrar el buen sabor de boca provocado por las carcajadas, nos demuestran que además de excelentes cómicos nos encontramos con actores tridimensionales.
Para cerrar, una imagen y un dato. La imagen, la de los cinco héroes saliendo de la fiscalía. El dato, que no me extraña tras lo dicho que este episodio se convirtiese junto al último, en el programa más visto del día tanto en el país como en la capital seulina.
21º CAPITULO: Mala hierba nunca muere.
Tal como era de prever Wu-Hee saldrá ilesa del intento de atropello por parte del secretario de Mo Ga-Bi gracias a la intervención de Yu Bang. Lo malo es que creerán que todo ha sido fruto de una torpeza ya que el frustrado asesino ocultará su identidad. Superado el mal trago la fiscalía llevará adelante el caso de malversación de la Chun Ha frente a los tribunales; el problema es que no tienen nada sólido con que demostrar la mala gestión de Mo Ga-Bi hasta que Bong-Gu, ejerciendo otra vez de espía para los de Yu Bang, los ponga sobre la pista que parece definitiva. Y digo que «parece» porque cuando tengan atrapada a la presidenta, Hang Wu descubrirá que todo aquello ha sido una trampa dejando en ridículo a la fiscalía. Derrotado, Yu Bang decidirá hacerse pasar él mismo por fiscal para, irrumpiendo en las oficinas de la «Golden Brothers», obtener el documento que demuestre la doble contabilidad de la Chun Ha. Pero no serán los únicos que no se queden quietos ya que Wu-Hee amenazará a Mo Ga-Bi con contar a la policía toda la verdad sobre la muerte de Jin Si-Hwang si esta no se entrega primero.
La verdad es que, al contrario de lo que iba diciendo en los últimos capítulos, esta no va a ser la típica serie donde el último capítulo solo sirva de festivo cierre; aquí se han dejado todo para el final.
Lo malo es que por esa razón esta entrega resulta un tanto… aburrida. Sí, lamentablemente es uno de los peores capítulos de la serie y no digo que sea malo ya que el nivel medio es altísimo, sólo que se tiran demasiado rato en los juzgados ralentizando el ritmo. Además como el anterior episodio fue tan bueno…
Y ya no es que sea un relleno, que no lo es, es que además de ese anquilosamiento legal del que somos testigos hay situaciones que se repiten y que, como en el caso de Wu-Hee, casi nos hacen pasar por tontos. Por ejemplo, cuando al secretario de Mo Ga-Bi esta le dice que tiene que acabar con la joven, pone una cara de medio sorpresa y medio desagrado. ¿Pero no lo habías intentado ya? Ah, bueno claro, también Hang Wu la dejó encerrada en un trastero al principio de la serie para que esta se asara y ahora nadie se acuerda…
Lo mejor, el Director Jang Ryang.
22º CAPITULO: Hasta el final.
El secretario Jang comunicará a la Presidenta Mo Ga-Bi que ha conseguido el objetivo que buscaban de eliminar a Wu-Hee. Ajenos a ello, Bong-Gu se presentará frente al fiscal con el documento que demuestra que la Chun Ha ha incurrido en una doble contabilidad. Desgraciadamente el hábil abogado del emporio empresarial no sólo logrará desviar la atención sino que atajará otro frente abierto por los protagonistas cuando estos acusen a Mo Ga-Bi de ser la causante de la muerte de Jin Si-Hwang. La única salida que tienen es que Wu-Hee atestigüe, sin embargo su desaparición imposibilita esta opción. Pronto todos se pondrán a buscarla, y para sorpresa del secretario Jang y Mo Ga-Bi, está no murió: está en coma en un hospital tras ser rescatada del lugar donde la abandonó su frustrado asesino. Tras dar con ella y averiguar que Jang fue el culpable de su estado, Hang Wu tendrá que aliarse con Yu Bang y Yeo-Chi para derrocar a la cruel presidenta.
Se acabó, y el episodio ha sido tan intenso que únicamente se relajan en los últimos cinco minutos. Ejemplar. Pero por partes.
El episodio sigue la línea que dejó la anterior entrega, es decir, una «Ley de los Ángeles» a lo surkoreano, sin embargo a diferencia de aquella, aquí no hay tiempo para el aburrimiento dada la tensión que le imprimen sus responsables. Y es que por muchas trampas que detectemos -se notan que todos los interlocutores saben por dónde van los tiros- el desarrollo está tan bien montado que pronto haremos la vista gorda.
Y si hablamos de trampas no hay que olvidar la «jugada» Wu-Hee: rancia, rancia… y forzada. Anda quéeeeee… Es algo así como «Ahora me saco un conejo de la chistera». ¿No podían haber hecho algo mejor?
Y ya que estamos, ¿qué decir del final? Es bueno -para no destripar mucho-, pero quizás algo corto. A mí personalmente me faltó el beso entre Bong-Gu y Yeo-Chi. Por cierto, ¿no se olvidan de que Bong-Gu entró ilegalmente en la «Golden Brothers»?
Lo mejor, el enfoque final que se le da a Mo Ga-Bi, de los mejores dado nunca a un personaje negativo. Eso dice mucho a favor de sus guionistas y del producto que se llevaban entre manos.
CONCLUSIONES
Así, a bocajarro, «History of a salaryman» se ha convertido en una de mis series favoritas; apurando y de cabeza diría que se sitúa fácilmente entre mi «Top Five». Y es que, como siempre en mis series de cabecera, que el humor sea el componente principal es un factor para que las mismas se posicionen muy arriba.
Tener a Lee Beom-Su como protagonista -siempre y cuando sea una comedia- no garantiza risas pero sí buenas sensaciones. Si encima está en plan rompedor las risas no sólo vendrán por sí solas sino que se convertirán en carcajadas. Si encima tienes secundarios cuyo rol casi exclusivamente es divertir y te encuentras con sorpresas como esta Jeong Ryeo-Won/Yeo-Chi que además de no desmerecer en nada a los especialistas en el género, tiene una faceta dramática bastante destacable, tenemos un elenco que por sí solo ya merece el visionado de la serie.
Y es que ya no son tanto los cómicos como los personajes más sobrios como la villana de la función, una estupenda Kim Seo-Hyeong que realiza todo un «tour de force» dramático.
Por lo que respecta a la tan temida por muchos componente romántica, decir que está muy contenida. A decir verdad, excesivamente contenida y sólo centrada en la pareja conformada por Wu-Hee y Hang Wu. Únicamente con estos se han permitido «adornar» la historia, eso sí, ni edulcorándola ni recurriendo a esos típicos rellenos en base a videoclips musicales. Y es que la densidad argumental de la serie es tal que no hay tiempo para las distracciones. De ahí el poco protagonismo de su banda sonora.
Esto también puede tener su contrapartida ya que la temática «empresarial» puede asustar a más de uno/una. Al revés, aunque el eje central gira en torno al éxito en los negocios, las situaciones se ciñen más al ámbito personal que al corporativo, más al intimo que al que responde al de una simple ambición… si descontamos a Mo Ga-Bi, claro.
¿La objeción más grande? Qué quizás olvidaba algunas cosas interesadamente dejando un poco en evidencia los intereses de los productores de cara a la audiencia. Hablo por ejemplo del favoritismo hacia Hang Wu a pesar de no ser «trigo limpio».
Resumiendo, «History of a salaryman» es una serie de calidad que se aprovecha de las licencias que se le conceden a la comedia para atrapar al público. Empieza como una historia de superación para acabar como un thriller, pero siempre, siempre, con «buen rollito». Imprescindible.