
Cuando lanzaron el tráiler de la película los más críticos soltaron eso de “¡La India ya tiene a sus “Piratas del Caribe!”. Meses más tarde, cuando se estrenó y los medios más generalistas tuvieron constancia de ella, volvieron a soltar lo de “¡La India ya tiene a sus “Piratas del Caribe!”. Pues coño, aún estoy esperando que alguien diga eso de “¡La India homenajea a Sandokan!”. ¡Qué corta es la memoria…!
Y es que si bien cada cual se aferra a lo que quiere –o puede…- el film de Vihay Krishna Acharya tiene más de películas clásicas de aventuras que de fantasías que recrean espectáculos de parque de atracciones. Además, conviene otra vez refrescar la memoria y decir que la intención de Acharya y los Chopra como productores no es la de rivalizar con la de la Disney sino con sus vecinos del este y con cierta producción que empieza por ‘Baahu’ y termina por ‘bali’…
Dicho esto, vayamos con la peli. La trama es bastante sencilla y vista ya en otras tantas producciones de este origen: los hindús están esclavizados por los británicos y luchan por su libertad. Nada más y nada menos. Alguno dirá que casi tres horas da para mucho pero aquí el ‘mucho’ son escenas de acción por mucho –again…- que les pese a los críticos de su país, de ahí algunas malas críticas.
Es verdad que la palabra ‘Libertad’ se repite varias veces, pero fuera del espectáculo el trasfondo que más peso tiene no es el discurso por la entidad de la nación, la independencia o esos alegatos que como decía nos tienen acostumbrados por aquellos lares; curiosamente en la película tiene más importancia el individuo que el colectivo, y eso, visto lo visto, no gusta a un país… o mejor, a unos críticos que creen que la fuerza del grupo reside en su unidad.
La explicación a ello la tiene el protagonismo del personaje interpretado por Aamir Khan, una mezcla de varios personajes vistos ya en otras producciones estereotipo del ‘minion’ granuja/sinvergüenza/mentiroso/sin-ideales con el que comenzamos a ver las grandes –abismales- diferencias de esta con la de la Disney. En la saga “Piratas del Caribe” el ínclito Johnny Depp interpretaba a un borrachín afeminado que sin dejar de ser intrépido a fuerza del azar no tenía más objetivo que provocar la carcajada. Aquí, aunque guarde algunos rasgos en común, se busca incidir en esa conciencia que decía, que deje los egoísmos a un lado y “luche” por algo más que su bolsillo. Lo mejor: que aunque la perorata es previsible no se hace recalcitrante. Y es que como venía comentado, aquí importa más la diversión que el lavado de cerebro.
Era difícil rivalizar con la ‘película épica’ de las ‘películas épicas indias’ por antonomasia como era “Baahabuli” en sus dos partes y creo que esta, al menos a la segunda, la ha superado. Son diferentes porque una es épica a nivel bélico-medieval y esta a nivel aventuresco con lo que implica de números de extras, batallas, etc. pero en cuanto a lo que espectáculo/diversión se refiere se encuentran a la par sino la supera.
Y todo muy al gusto… occidental.
Apuntar como directores de la segunda unidad y de acción a Franz Spilhaus que trabajó en el serial piratesco por excelencia como fue “Black sails” y en otras producciones reconocidas como “Distrito 9”, “Dredd”, “Marea letal”, “Hitman”, etc., a Lee Whitetaker que a sumó en la propia secuela de “Baahubali” y en las occidentales “Fast & Furious 5”, “Abraham Lincoln: cazador de vampiros” o “La jungla 4,0”, entre otras y a Grant Powell con algunos títulos de serie B y otro más reconocidos como la última “Tomb raider”, la saga “El rey escorpión” u otra vez “Black sails”. Pero por encima de estos un nombre: el del gran Gleen Boswell con títulos tan míticos a sus espaldas como las sagas “Matrix” o “El hobbit”. Y no entro en los locales porque no os quiero aburrir…
Así es que con estos currículums no os esperéis lo típico de Bollywood como son patadas y puñetazos al aire o proyecciones de enemigos venciendo a la gravedad. Una película de piratas es una película de corsarios, navíos, duelo a espada, abordajes y aventura, y de todo eso tenemos dosis generosas. La esgrima –practiqué durante seis años este deporte en mi juventud- que veremos no es la más técnica ni elegante, pero tampoco es lo que se busca. Todo es más burdo, más directo y trepidante, buscando el ritmo en lugar de la excelencia, tomándole el pulso al espectáculo, algo de lo que los hindús saben mucho.
Y junto a todo esto tanto unos efectos especiales bastante apreciables, de primera me atrevería a decir, como unos fondos naturales exóticos tan brillantes como imprescindibles para tanto una producción del género como –y sobre todo- de la ‘YR Films’, especializados en fotografías cuidadas para ofrecer una apariencia impecable.
Hay algún elemento disonante como ese barril ‘llámese torpedo’ que sale disparado tras ser soltado de una cuerda sin más impulso que la imaginación de algún guionista sin excusas, pero en cuanto a explosiones, enfrentamientos navales o recreaciones infográficas, pocas pegas.
Seguimos con el espectáculo pero en otra vertiente, el de los números musicales. Lamentablemente cuatro serán las únicas ocasiones en las que podremos disfrutar del dominio de este campo de esta cinematografía. Y es que es tal la sensación de disfrute y satisfacción de las escenas de bailes que uno se queda con ganas de más.
“Suraiyya” nos trae un divertido número con Katrina Kaif como foco de atención de un ‘soltadisímo’ Aamir Khan. Aunque ya hayamos visto este número en otras ocasiones cambiando los roles y actores no dejamos de disfrutarlo gracias a su ritmo y desenfado siempre que, como en este caso, los intérpretes se entreguen a esa fusión de comedia y baile.
Más racial, es decir, más tradicional pero no menos efectivo se haya “Vashmalle”. Impecable a nivel coreográfico y teniendo a los hombres como protagonistas, busca más la contundencia que la plasticidad. Amitabh sigue demostrando a su edad estar aún en forma. Y es que el que tuvo, retuvo.
Por su parte “Manzoor e Khuda” me atrevería a decir que es una Obra Maestra, ya no solo por el elevado número de participantes sino por toda esa vistosidad y fuerza en su puesta en escena. Si uno no se queda con la boca abierta tras ver estos cinco minutos de espectáculo y pasión, es que no ama la música. Por cosas así, “Thugs of Hindustan” justifica ya su visionado. La palabra ‘grandilocuente’ pierde su significado al lado de esta demostración de poderío.
No puedo acabar sin dejar al menos un par de líneas que hablen sobre sus protagonistas. De Amitabh poco se puede decir. Hasta personalidades dentro del séptimo arte como Baz Luhrmann o Danny Boyle se han rendido ante él. El ‘Sandokan’ perfecto tras tres décadas; mejor que el propio Kabir Bedi.
Fatima Sana Shaikh es la que, contrariamente al veterano actor, me ha sorprendido. Bachchan ya sabemos que no nos va a fallar, pero Sana Shaikh… No es guapa, pero no era belleza lo que requería el personaje sino determinación y credibilidad en cuanto al derroche físico, y como heroína ha superado a muchas estrellas consagradas del firmamento cinematográfico de la India. Casi parece una luchadora profesional a la altura de Ronda Rousey o Gina Carano.
Luego nos queda Aamir Khan. Katrina lamentablemente solo brilla bailando y dejándonos perplejos ante ese su nuevo labio superior operado/hinchado… Del trío de Dioses “Khan” de Bollywood, Aamir siempre ha sido el que menos gracia me hacía. Shahrukh es Shahrukh y aunque ha perdido el encanto de antaño, es como el Chow Yun-Fat de la India: a carisma no hay quien le gane.
Salman te cae bien a la fuerza. Es tan… exagerado en todos los aspectos… pero sus limitaciones las compensa con una voluntad que termina por convencerte y vencerte.
Pero Aamir… ¡es tan perfecto! Que si buena acción por aquí, que si excelente interpretación por allí. ¡Da asco de lo bueno que es! Pero coño, mira por dónde en esta película ha dejado atrás una imagen impoluta para encarnar a un canalla hijo-de-su-madre. Y lo mejor es que me lo creo. Lo veo por primera vez un tío de andar por casa. No solo nos hace reír sino odiarlo y volverlo amar. Decir que es un personaje hecho a su medida sería echar abajo todo lo dicho, pero es que realmente más que seguir un papel parece que improvisa y se nota por la frescura. Uno de los mejores personajes que uno se puede echar a la cara en este mundillo del celuloide que tanto nos gusta.
Un último apunte. En la Banda Sonora suena el “Jackeye’s Tale” de la Banda Sonora de “El Rey Arturo, la leyenda de Excalibur” de Daniel Pemberton cada vez que aparece Aamir Khan, sin embargo no aparece en los títulos de crédito. Se lo pregunté al mismo Pemberton pero no obtuve respuesta. Algo raro hay ahí…
Resumiendo, si todo lo dicho no te anima a verla, olvidando críticas malas y puntuaciones bajas en diversos medios online, es que no te gusta el cine. Yo valoro una película por lo que es. “Thugs of Hindostan” es espectáculo puro. No es “Piratas del Caribe”, es una película de piratas clásicas puesta al día y pasada por el filtro de Bollywood y la YRFilms. Tyrone Power y Errol Flynn estarían orgullosos, ¿por qué tú no? Quizás es que las películas de piratas siempre han estado infravaloradas en contraposición al Western, pero sea como sea, es un entretenimiento sano y de calidad.
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