Soltar el nombre de Kwak Jae-Yong le puede sonar a más de uno a chino… o a coreano, al más espabilado.
Es curioso como a pesar de ser el autor de todo un clásico del cine asiático moderno como “My sassy girl” –tuvo hasta su versión norteamericana- Jae-Yong es un tipo… poco reconocido.
Y eso que no es un director de una sola película ya que en su haber figuran otros títulos célebres como “Windstuck”, “She cyborg” o “The classic”. ¡Pero si tuvo que salir de su Corea de origen y viajar a la vecina Japón o acudir al amparo de los hongkies Tsui Hark y Andrew Lau para poder trabajar!
Pues bien, tras casi diez años alejado de su pequeña península asiática, Jae-Yong regresó con esta “Time Renegades” no con poca expectación de tanto propios como extraños. Y es que éxitos aparte, personalmente es uno de mis realizados favoritos.
Pero no creáis que esta presentación es gratuita pues tiene relación con el propio análisis del film, ya que a pesar de que el propio director se lamente del poco reconocimiento y no quiera admitir lo de que nadie es profeta en su tierra, termina por rizar el rizo, acogiéndose a una fórmula curiosa. Y es que si bien su “My sassy girl” marcó una época, pudiendo asistir a los años siguientes a otra serie de producciones que seguían su estructura con tal de atraer a espectadores y sobre todo, sorprenderlos al final, el realizador surcoreano para esta “Time renegades” ha recurrido a otro de los títulos míticos de la filmografía local como “Il mare” –una de mis favoritas por cierto, con también remake occidental- para construir su historia.
Es cierto que Jae-Yong no se aparta ni de su estilo ni de esos tics de su carrera como un punto romántico que los más críticos tacharían como melodramáticos de sobremesa, pero eso depende, como muchas otras veces, del grado de atracción del film.
El mismo nos trae a un profesor y un agente de policía distanciados en el tiempo casi treinta años. Ambos viven una situación peligrosa que los coloca al borde de la muerte y de esta vicisitud comienzan a intercambiar recuerdos y vivencias, concepto que curiosamente también comparte a su modo la contemporánea “Your name”.
Tras la incredulidad inicial, pronto el flujo bidireccional de imágenes y sensaciones permitirán que se pueda interactuar con varios casos de asesinatos, incluido el de la esposa de uno ellos, cambiando presente y por tanto el futuro.
Con este argumento tan propicio para lo fantástico y la sci-fi, la maestría de su director en los diferentes géneros construye un novedoso y singular thriller romántico tan intenso como conmovedor en base a su buen hacer tras las cámaras –por momentos hasta parece un film de terror- y conocimiento del corazón humano.
Flojea un tanto la excusa de la que parte la trama, explicada al final con un pretexto un tanto peregrino, pero la construcción, compleja con los saltos en el tiempo, compensan lo ‘casual’ del arranque gracias a un trabajo más que esmerado. A veces se llega a tal grado de ‘encaje de bolillos’ que el espectador tiene que pararse a atar cabos. Por suerte, esto que podría considerarse un arma arrojadiza contra el film, no termina por engrosar la lista de sus defectos ya que la ‘culpa’ la tiene más el buen ritmo del film que como en otras ocasiones, las ganas de confundir al espectador para que se no vean las trampas argumentales. Aquí todo encaja bien e incluso invita a un segundo visionado para comprobar el buen trabajo en su guión.
Por lo demás, todo el mundo colabora para que la obra funcione como debe, empezando por dos protagonistas carismáticos y creíbles en su dolor. El menudo Jo Jung-Suk, sigue demostrando que es un valor en alza y que su polivalencia es su mejor arma. El más televisivo Lee Jin-Wook, a pesar de su apariencia de guaperas y con recursos aparentemente más limitados, no se empequeñece ante su partenaire, sacando partido a sus virtudes. El mejor, como casi siempre, el veterano Jung Jin-Young en el papel sempiterno de secundario. Haga lo que haga, sea comedia, drama o festival circense, Jin-Young resulta soberbio. A pesar de su sobriedad, o más bien, a causa de ella, cuando una escena requiere de un cambio de registro este sorprende por la facilidad de adaptarse y no parecer un salto abrupto o poco creíble.
Tratando con una producción surcoreana, técnica y artísticamente sabemos que va andar sobrada, con una fotografía envidiable –no fallan ni las clásicas escenas de lluvia de su realizador- y una Banda Sonora llena de violines para ponernos la piel de gallina.
Lo peor del film, ese epilogo un tanto gratuito que resulta, contrariamente a todo lo dicho, poco creíble y hasta confuso.
Resumiendo, “Time renegades” es una oda al amor, a no resignarse a un destino bajo una apariencia de atractivo thriller con notas fantásticas.
