
En una época donde las series de televisión se han vuelto un fenómeno mucho más allá de un producto de moda, robándole hasta el protagonismo –prestigio hasta me atrevería decir- al cine, que una serie anónima llegue a hacerse un hueco entre el público por encima de otras de más trayectoria y nombres, se debe a méritos reales.
Está claro que yo descubrí “Warrior” dada mi afición al mundo asiático, la acción y las artes marciales por lo que el anterior párrafo parece carecer de significado, pero no todos son tan frikis como un servidor y han sido muchos otros los que han llegado a ella por el simple ‘boca a boca’ dada su calidad y virtudes.
Pero antes de empezar a dar unas someras pinceladas de estas, bien conviene presentar algunas de sus credenciales ya que resultan al menos, interesantes. Y es que ‘Warrior’ está basada en una idea concebida por el mismísimo Bruce Lee. No en vano, la hija del ilustre actor, es una de las productoras de la serie. Pero no es la única ya que entre sus nombres tras las cámaras figura el de Justin Lin, director, entre otras muchas, de cuatro entregas de la saga “Fast & Furious”.
Pero la cosa no va de nombres sino de hechos, y como dice esa popular máxima ‘hechos son razones’…
Decía al principio que supe de la serie por mi ‘afección’ por lo asiático. No voy a decir que la serie no sea asiática, que no lo es porque es norteamericana, pero aunque la historia centra la trama en la lucha de las primeras mafias chinas en una incipiente Chinatown de San Francisco estando protagonizada por, evidentemente, chinos, las historias secundarias están conducidas por occidentales y al ser numerosas, casi hay un equilibrio perfecto. Lo digo por si hay algún racista por aquí con prejuicios, claro. (Ya puedes ir cogiendo la puerta de salida ya de paso, por favor…) Por cierto, de eso, de racismo también habla mucho la serie. Y es que no solo lo sufrieron los afroamericanos…
Pero a lo que vamos. El argumento nos cuenta las aventuras de un inmigrante chino que acude a EEUU a buscar a su hermana. Este es nieto de norteamericano y un experto luchador de artes marciales. Por si fuese poco su hermana es la consorte del jefe de una de las bandas, y el destino hará que al amerizar, el prota sea captado por la banda rival de esta.
Con esto tendremos una lucha encarnizada entre bandas, lucha enfocada en unas peleas de artes marciales como nunca se ha visto en la televisión, no en vano tanto tras las cámaras como delante de ellas nos encontramos a una pléyade de especialistas y artistas marciales de primer orden que a lo mejor sin tanto nombre como otros, realizan un trabajo realmente espectacular.
Las coreografías no solo son contundentes, ágiles y veloces como requieren maniobras con buena técnica sino que en la pequeña pantalla quedan reflejadas a la perfección con todo detalle y violencia. Nada de confusión y amagos. Así, capítulo a capítulo “Warrior” se convierte en un producto excelente con mejor y mayor cantidad de acción que algunas producciones para la gran pantalla.
Y ya no es tanto lo que ‘da’ como lo que no ‘da’; no todo son palos. Por ejemplo, el sexto capítulo saca a los protagonistas de su entorno para colocarlos en una de esas típicas fondas del Oeste. Casi parece un episodio “extra” ya que no guarda continuidad con la línea argumental de la serie. Pues gracias a eso, a su originalidad y ganas de… ¿divertir? Se convierte en el mejor de la temporada. Vuelta de tuerca al Western tradicional, guiños a Kung Fu… Son tantas cosas las que tiene.
Pero es además de espectacular y con una base sólida, su apariencia es impecable. La recreación de la América de finales del siglo XIX, de esa Chinatown es realmente suntuosa. Los burdeles, los fumaderos de opio, bares… El vestuario también rico y cuidado. Vamos, una dirección artística y atrezzo fruto de unos medios generosos.
Por hacerle una crítica, ya que también la merece, decir que sus tres últimos episodios resultan un tanto intrascendentes, estirados. Da la impresión que igual se ideó como una temporada de ocho capítulos y no sé si finalmente se decidió alcanzar los diez.
En los mismos términos se puede hablar de un aspecto que sorprende en su arranque. Al principio hay una considerable carga sexual, casi erótica, pero poco a poco esta, desgraciadamente, va disminuyendo.
Para acabar podría ponerme ahora a decir quién es quién entre los protagonistas, pero para eso está la red o algún otro listorro que prefiere dárselas de analista/biógrafo que ir al grano. Basta decir que todos interpretativamente son solventes dentro de sus roles. El peor, curiosamente, el protagonista con su cara de lechugino pero para, como decía, su rol, no desentona.
Resumiendo, sin dejarme llevar por mi pasión turca, perdón… asiática, “Warrior” seguro que dentro del género de la acción es la mejor propuesta televisiva para este 2019. Y luego, en líneas generales, globalmente, una de las mejores. Una de las sorpresas del año, sin duda.
