
Cada vez que empiezo una serie nueva suelo escribir al menos un par de líneas explicando el porqué de la elección o algunas premisas que hablen de la misma. Aquí dado que su estreno o precedentes no motivaron ninguna noticia o dato digno de reseñar, iré directamente a esa causa, motivo que me llevó a verla. Este fue simplemente el protagonismo de Cha Seung-Won, uno de mis actores asiáticos favoritos, protagonista a su vez de dos de mis tres series televisivas de cabecera: «The greatest love» y «The city hall». ¿Acaso necesitaba algo más para no ver de inmediato este serial?
CAPITULO 1º: Arranque esclarecedor.
Tras demostrarse que la Comisaria de Gangnam está podrida, repleta de agentes corruptos, se procederá hacer una limpieza. A causa de ello y quedar puestos vacantes, los responsables de la comisaria aconsejarán meter sangre nueva. Así Eun Dae-Gu, Eo Su-Seon, Park Tae-Il y Ji Guk, cuatro jóvenes agentes recién salidos de la academia, entrarán a trabajar bajo las órdenes de Seo Pan-Seok, el malhumorado oficial de la Sección de Detectives. El problema es que ninguno de los novatos parece estar muy por la labor. Ji Guk pidió plaza como agente de tráfico porque simplemente quería vivir en la zona; Eo Su-Seon la escogió porque se ganaba más dinero, y Park Tae-Il porque le parecía un puesto divertido. Solo Eun Dae-Gu parece tener un interés especial. Y es que este oculta una triste y dramática historia: la muerte de su madre a manos de un sicario cuando se disponía a testificar contra un poderoso hombre de negocios culpable de un asesinato. Buscando venganza, acudirá al lugar dispuesto a desenmascarar a su nuevo jefe Pan-Seok, creyéndolo culpable de las filtraciones del caso.
Bueno, pues para empezar no ha estado nada mal, contundente y con muchos matices. Pocas quejas hay.
Para empezar tenemos humor. Cha Seung-Won, al principio, con sus típicas paridas, desmontando ese ya casi dogma que dice que en todos los seriales en los que participa debe empezar serio para luego irse «abriendo». Lo malo es que pronto veremos que tan solo es un espejismo ya que retornaremos a la «cruda realidad».
Pero ya no solo es el talento del actor para hacernos sonreír/reír, es que su director Yu In-Sik, responsable de la también estupenda «History of a salaryman», ha sabido tirar de la mejor comedia estudiantil del país para ofrecernos un arranque idílico tocando otros subgéneros como la comedia romántica con muchos reflejos de Kwak Jae-Yong -«My sassy girl», «Windstruck», «Cyborg she», etc.- y su dominio de este estilo. Parte de culpa la tiene también Choi Ji-Wu en el típico, aunque no tan fácil de bordar, papel de jovencita pizpireta y traviesa. Lástima que no la vayamos a ver más.
Luego, obviamente a tenor de la sinopsis, tenemos drama con ese trasfondo/motivación del personaje de Eun Dae-Gu. Casi da para una película. Y es que ya sabemos cómo a los surkoreanos les mola eso de matar a padres, hij@s y herman@s para incitar al odio y al asesinato. Es cierto que no me mola eso de que planteen la sombra de la duda sobre Seung-Won, sabiendo encima que es casi imposible que sea el malo de la función, pero bueno, es el hilo conductor que nos asegurará la continuidad entre los diferentes casos a investigar por los protagonistas.
Por último, congratularnos del gran número de secundarios que seguro nos depararán buenas risas.
Resumiendo, un buen arranque en el que se detecta el suficiente contenido como para pasárnoslo bomba durante muchas horas.
CAPITULO 2º: Risas y broncas.
Pan-Seok intentará que su situación cambie por todos los medios. Por un lado amenazará a los chavales con tal de que dimitan, y por otro se quejará amargamente a sus superiores. Ni unos ni otros le harán caso: mientras que los jóvenes agentes tirarán de orgullo para resistir estoicamente, sus jefes no solo le invitarán a que cambie de actitud sino que le sacarán las vergüenzas recordándole que él también fue un novato en su momento. Así es que tras cometer un error en la detención de un delincuente, la medida que tomará Pan-Seok respecto a sus hombres será apartarlos de un caso, el de unas chicas que en connivencia con los dueños de una serie de restaurantes, les hacen pagar a sus citas elevadas cantidades de dinero. Sin embargo, los esfuerzos del oficial y su mano derecha por detenerlas serán inútiles ya que en cuanto las chicas los ven, salen huyendo identificándolos como policías. Sin otro remedio tendrán que apelar a los chicos para, con su inocente apariencia, atraparlas.
Tras un arranque como fue el primer capítulo donde se nos presentaba a sus personajes principales, llegamos a un episodio también clásico de inicio. Y es que colocando por primera vez a los personajes en situación, bien podría pasar esta igualmente por una primera entrega.
Destacar por un lado el humor. El personaje de Eo Su-Seon es el clásico de chica rebelde surkoreana dando réplica a su yo más joven del capítulo anterior. La escena de la comisaría cuando regresa a su mesa tras entregar el informe de huellas digitales haciendo un paso marcial es delirante, no tanto por la sobreactuación sino por la propia situación. Y hablando de sobreactuación, esta no puede faltar en ningún momento cómico, empezando por Cha Seung-Won, al que se le perdona conociendo de sobra sus cualidades interpretativas. De todas formas, no nos engañemos, es lo que buscamos y queremos en este tipo de series.
El resto de personajes ayuda a que el ambiente sea igual de distendido, empezando por un especialista como Im Won-Hee (el capitán Cha Tae-Ho) al que el tiempo parece haberlo relegado a simple secundario cuando hace unos años era toda una estrella del género, y acabando por Park Jeong-Min-I/Ji Guk, el peor, todo sea dicho para mí, personaje del cuarteto de jóvenes. Ni es guapo, ni listo, ni ná… simplemente y de momento, una comparsa cómica. Espero que cambie su situación.
Pero además del humor tenemos algo de drama -poco gracias a Dios- para darle algo de consistencia a la historia, y algo de aporte detectivesco como ese de la discoteca que imitando a otras producciones de género occidentales nos demuestra que dentro de la cabeza de Dae-Gu hay algo más que venganza. Con ello también comienzan a definirse los roles. Este es el listo, Su-Seon la cabeza loca, Tae-Il el guapo y Ji Guk… el llorón. Y es que lo único que no me está gustando de la serie es el excesivo melodramatismo de algunas situaciones. Pero bueno, esto también es un clásico en el país…
CAPITULO 3º: Medio en broma, medio en serio.
Ante el grupo que debe evaluar al equipo de chicos comandado por Pan-Seok, este explotará alegando que él ya lo había avisado. Sin embargo para sorpresa de todo el mundo aceptará su parte de culpa y pedirá tres meses de margen para entrenarlos. Obviamente el plan urdido por el oficial ocultará otras intenciones, pero de nuevo el tiro le saldrá por la culata cuando la providencia se ponga del costado de los chavales saliendo airosos de cada una de las pruebas que este les impondrá. Sin solución no tendrá otro remedio que asignarle a cada uno de ellos un caso. A Eun Dae-Gu y Eo Su-Seon los enviará a investigar una denuncia de acoso a una joven, mientras que a Park Tae-Il y Ji Guk, un robo en una clínica de cirugía estética. Los primeros no lograrán entenderse y de no ser por cierto chantaje que le hará Su-Seon a Dae-Gu, no existiría ni caso. Por suerte, la obstinación de la joven provocará que descubran que el acosador es un peligroso demente a pesar de las primeras impresiones. Por su parte, en la otra pareja Ji Guk descubrirá que Tae-Il guarda un secreto.
Volvemos a encontrarnos con un episodio bipolar. Una primera parte caracterizada por el humor, y una segunda por la temática más de género o detectivesca.
La primera parte roza la perfección. No pararemos de reír. Las situaciones, reacciones y sobre todo, las interpretaciones de los personajes son idílicas. Las pruebas propuestas por Pan-Seok, aunque con las lógicas limitaciones de medios y metraje son muy divertidas. La primera, viene a resumir lo que es cada personaje y su rol, como decía a la finalización del primer capítulo. La segunda ya parece sacada directamente de un manga o manhwa en su caso: delirante y hasta surrealista, hecha únicamente para hacer reír. La tercera, menos cómica y más artificial, pero con una culminación como es esa entrada a la comisaría… fulminante.
La segunda parte, aunque más seria y con otro objetivo, no dejará tampoco atrás las risas como ese diálogo de Ji Guk a la llegada a la clínica. Genial; su personaje es el peor, pero es también el que más hace reír, sobre todo gracias a la interpretación de Park Jeong-Min-I.
Pero lo que interesa en esta parte es el tema policiaco. De nuevo nos volveremos a encontrar con esos recursos técnicos como sobreimpresiones y detalles infográficos -por cierto, genial esa toma cenital en la primera prueba de los chicos- que harán muy dinámica la acción, y también nos retrobaremos con un Dae-Gu hábil e inteligente. Sus deducciones en esta ocasión tendrán poca credibilidad ya que son muy… ¡porque yo lo digo!, pero teniendo en cuenta otra vez las limitaciones del serial encajan bastante bien. Tanto como ese final. Rompe el tono que llevábamos y solo justificará a futuro, en la siguiente entrega lo más seguro, una escena más melodramática, pero al menos no resulta previsible. Un punto a favor.
Por último, lamentar el poco peso específico del personaje interpretado por Cha Seung-Won. Están bien esas notas románticas, otra vez melodramáticas, pero no dejan de ser un relleno para parchear su escasa cuota de pantalla.
CAPITULO 4º: Lágrimas, rehenes y… fantasmas.
Siendo conscientes de las graves consecuencias que tuvieron sus desafortunadas acciones, Eun Dae-Gu y Eo Su-Seon regresarán cabizbajos a la comisaría siendo lógica y duramente reprendidos por Pan-Seok. Dae-Gu, lejos de arrepentirse, loco de furia y animado por el rencor atacará a su jefe. Ni siquiera con la intervención de varias personas lograrán separarlos. Al día siguiente Su-Seon presentará su renuncia mientras que el impetuoso joven retornará a su hogar. Allí, al reflexionar sobre lo acontecido, se le «aparecerá» su madre aconsejándole que no se deje llevar por el fatalismo, invitándole a regresar a Seúl. Y así será, volverá a la capital para encontrarse con una Su-Seon que le recriminará su actitud, mezcla de soberbia y cobardía. Sin embargo, no tendrán tiempo para la reconciliación ya que en el restaurante donde se han refugiado, un joven desesperado cogerá como rehenes a los allí reunidos. ¿Lograrán salir airosos de la nueva situación demostrando que son dignos de su profesión?
De nuevo nos encontramos con un episodio con dos partes bien diferenciadas: la primera, dramática y conmovedora, y una segunda, más frívola y de género.
En la primera media hora, como ya nos olíamos al final del análisis de la anterior entrega, nos encontramos con las consecuencias de la torpeza y arrogancia, según el caso, de Dae-Gu y Su-Seon. Tragedia, lágrimas y un exceso de melodrama en el caso del primero. El recurso del «fantasma» está bien, pero en esa reflexión que plantean podrían haber incluido algo de arrepentimiento, cuestión que no vemos en ningún momento del capítulo, ni cuando lo está/estamos pidiendo a gritos.
Al menos la reacción de la jovencita -que por cierto cada vez me cae mejor- es más consecuente. Notable encima que hayan cerrado el círculo respecto a esta en la parte final cuando realiza una parábola haciendo referencia al Judo.
Enlazando ya con esta parte, decir que nos encontramos con una fase llena de tensión y con una ya mayor presencia del humor, poco todavía para lo que prometía y promete la serie, pero al menos más distendido. En todo caso poco importa cuando, como he dicho, la tensión es lo importante. Sí, es previsible ya que todos sabemos que nuestros protagonistas saldrán airosos, pero lograrán atraparnos más por el «cómo» que por el «cuándo». Lástima que lo estropeen con ese final que nos devuelve al Dae-Gu más resentido.
Al menos tenemos a la pareja Park Tae-Il y Ji Guk para compensar… la cara amable de la serie.
CAPITULO 5º: Revelaciones.
Los chicos celebrarán juntos la feliz resolución del secuestro en el restaurante. Al día siguiente será para su sorpresa el propio Pan-Seok el que los felicite. La alegría será completa cuando todo el departamento se vaya de fiesta juntos a un Karaoke. Allí se toparán con el Fiscal Han, un gris burócrata que odia a Pan-Seok por haberlo acusado meses atrás de usar en exceso la violencia. Desde aquel entonces siempre está fastidiando al agente de la ley, y aquella velada no será una excepción obligándolo a ir hasta la Oficina del Forense para tomar unas muestras a un cadáver. Al día siguiente un caso pondrá del revés a la Comisaria cuando tengan que buscar a un niño desaparecido. Pronto descubrirán que este fue víctima de un atropello y fuga. Cuando tengan un claro sospechoso -un engreído niño rico- este se hará valer de sus contactos, incluso con el propio Fiscal Han, para burlar la ley. Pan-Seok, con un interés especial en el caso debido a su pasado (!!), se volcará en la investigación animando a sus hombres a que hagan lo mismo.
Nos encontramos con otro episodio bipolar, algo que más que una costumbre se está convirtiendo ya en la marca de fábrica de la serie. Por un lado una primera media hora característicamente cómica y por otro, una segunda mucho más dramática, hasta trágica podría decirse en esta ocasión.
Los primeros treinta minutos no tienen pegas; como mucho, recriminar que en el karaoke no haya cantado su protagonista Lee Sung-Gi/Eun Dae-Gu cuando antes de meterse a labores interpretativas ya era todo un ídolo de la canción. Por otro lado, la escena de este cuando sale de la ducha, simplemente genial. Aunque hemos visto secuencias similares, aquí la misma está resulta de una manera hasta original. De normal, Su-Seon hubiese salido huyendo como si se la llevasen mil diablos; aquí sin embargo hace «honor» a su carácter. Y no cuento más.
La segunda parte es tremebunda. El contenido es totalmente policiaco, al estilo de esos thrillers que tanto abundan en la cinematografía local, pero cómo lo enlazan con el pasado de Pan-Seok descubriéndonos un periodo oscuro de su vida, es poco menos que «criminal»: lacrimógeno y directo al corazón.
En todo caso nos felicitamos por el aumento de cuota de pantalla de Cha Seung-Won, y no tanto por su mayor presencia sino sobre todo por su peso específico, ofreciéndonos lo que es capaz de dar este actor. ¿Se nota que es uno de mis favoritos? Jajajajajajja…
Para acabar, ese apunte que a veces nos sorprende de la sociedad surkoreana. Por un lado hay que ver el respeto que tienen las instituciones por sus ciudadanos. Por ejemplo, esa disculpa de la Comisaria Jefa, no sea que los padres del niño presenten una queja ante la reacción de su Inspectora. Ya quisiéramos eso para España u otros países donde las quejas se las pasan por el… por ahí, no hace falta que me explaye.
Sin embargo, la sorpresa negativa nos la llevamos cuando hablan de las guarderías. Aquí en España -siempre hablo de este país ya que es el caso que conozco- no dejan irse solo a un niño a su casa si anteriormente no han dado la conformidad sus padres o tutores. Si el padre/madre se retrasa al recogerlo, le llaman por teléfono, y en caso de no acudir, llaman a la policía. No me extraña que pase lo que nos muestran si en las guarderías de Korea son tan poco cuidadosos…
